Las abrillantadoras contribuyen a que las baldosas luzcan perfectas cuando se cortan. Esta máquina es más importante de lo que puedas pensar. Sin ella no conseguiríamos presentar estos productos de forma atractiva. Para darlas a conocer, en esta entrada te vamos a explicar cómo funcionan de forma sencilla.
A la hora de entrar en acción, disponen de una serie de cabezales que utilizan para pulir la superficie de la baldosa. El número varía en función de las necesidades del corte, pero encontraremos entre tres y doce. Van puliendo e igualando la superficie de cada pieza, lo que permite obtener una serie de productos homogéneos y que no darán problemas en su instalación.
Un funcionamiento indispensable
Para garantizar el éxito del proceso, utilizamos una cinta transportadora de PVC. Este material resiste los efectos de la presión de los cabezales. Así, las baldosas se disponen sobre una superficie estable y resistente. Si utilizásemos otro material, es posible que las piezas se rompieran por la fuerza ejercida o que no lográramos los resultados que buscamos.
Podemos calibrar el grado de pulido de las baldosas. En unos casos necesitaremos uno superficial, aunque en otros tendrá que ser más profundo. Al utilizar diferentes cabezales, podemos conseguir todo tipo de grosores en poco tiempo. Esta es una de las claves de la máquina: la rapidez. En poco tiempo podemos tener listas una gran cantidad de baldosas.
Además, el mantenimiento de la máquina es muy sencillo, ya que los modelos modernos no cuentan con pistones para que su rendimiento sea elevado.
En definitiva, las abrillantadoras logran unos buenos resultados en poco tiempo. Como has visto, los cabezales se encargan de trabajar la superficie para dejarla en buen estado. Es posible adaptarse a diferentes tipos de grosor y lograr unos resultados de primera calidad en cada uno de los trabajos.